Añoranzas y Recuerdos

En este Blog iré recopilando,fotografias, anecdotas y recuerdos, de mi larga vida, en el mundo del transporte.
Se lo dedico a mi mujer,mis hijos,hermanos , nietos y a todos los amantes de la carretera en especial el mundo del camión.
Faustino Jimenez.

Encinasola

Encinasola

miércoles, 3 de marzo de 2010

VIAJE DE TRABAJO Y FAMILIAR



Viaje de trabajo y Familiar





La zona de la baja Extremadura que linda con Huelva, era y es muy rica en maderas de calidad para muebles; una de ellas es el Nogal, madera muy apreciada en las fabricas de Valencia.
Ésta era la especialidad de mi tío y mis primos. De vez en cuando preparaban un viaje que se cargaba en el camión, con una cabina grande y cuatro plazas autorizadas. El viaje era sencillo; no hubo impedimento ninguno en montarse mi tío, mi primo, mi padre y yo, disfrutando de un viaje familiar y parando a placer en el camino.
Llegamos a Valencia por la tarde, guardamos el camion en el garaje de Abastos, como siempre, y después de la ducha y cenar, salimos a pasear por el centro, asistiendo a una revista en un teatro ya desaparecido.
Al dia siguiente mientras tomábamos el desayuno, llegó el comprador de la madera, pesamos el camion en una bascula y fuimos a la descarga, cosa que llevó toda la mañana, regresando al garaje a esperar que la agencia de transportes de retorno, encontrara una carga para Andalucía, la cual llegaría por la tarde para cargar al dia siguiente en la fabrica de Manises con destino a San Fernando de Cádiz.
Con la orden de carga en el bolsillo quedas tranquilo, salimos de paseo a ver monumentos, visitando la antigua plaza del generalísimo donde era hora de cenar; pasamos al comedor en un café Teatro, tambien desaparecido y a la cama.
Antes de abrir el almacén de Manises estaba el camion en la puerta, pero la carga fue lenta, era loza suelta muy bien puesta con una paja especial que terminaron por la tarde, seguidamente salida para las tierras Gaditanas, por Albacete a Bailen toda la noche andando por malas carreteras, la llegada al destino fue por la tarde y lo mismo que en Manises la descarga lenta que no terminaron; quedó medio camion para el dia siguiente.
En la pensión una buena ducha y mi tío con mi padre se marcharon a Cádiz a ver la revista de Manolita Chen, que actuaba en la “Tacita de Plata” y nos comentaron, que no nos llevaban porque eso era cosa de mayores......... Los dos “niños” (con 25 años) tomamos unas “catas”, como dicen en La Isla, cenamos y a la cama.
Una vez vacío y limpio el camion de cerámica, en una de las muchas salinas conocidas de Cádiz, cargamos sal marina imprescindible para la conservación de los jamones y tocinos de los cerdos en los mataderos.
Llegamos tarde a Higuera la Real para la descarga, dejamos el vehículo en el cebadero del matadero.
En el servicio de viajeros llamado la Estellesa, que pasaba por allí y terminaba en el pueblo, nos marchamos hasta el día siguiente, que volví a recogerlo con lo cual finalizó el feliz y dichoso viaje con los Mayores.

Faustino Jiménez Febrero 2010

lunes, 15 de febrero de 2010

El peligro del agua




EL PELIGRO del AGUA


Caminaba lo último del año cincuenta y seis y a primeros del 1957 tenía que ingresar en el Ejército para cumplir el servicio Militar.
Por aquellas fechas prohibieron la costumbre antigua de llevar el ganado andando entre los pueblos, y el matadero de Higuera la Real, aprovechando que tenia buena edad y con herramienta de trabajo nueva, me propuso que montara en el camión una jaula de ganado y me daba el transporte de la temporada de cerdos gordos desde las fincas al matadero.
Lo tratamos y la cosa prometía y en Aracena nos montaron una jaula de tres pisos, la de arriba para ovejas y borregos y las dos de abajo para cochinos. Como estaba previsto y todos de acuerdo, pusieron a un hombre responsable de la carga, conocedor de las fincas y del sistema de cargar: si el ganado venia muy apretado los repartía en dos viajes. Durante la temporada pasaron muchas incidencias, pero quiero contar una anécdota curiosa que no olvidaré.
Una mañana, al ser de día, llegamos a Higuera de la Sierra. De allí salía un camino de ocho o diez Km. hasta la estación abandonada del tren, regular de piso, pero dos o tres km. más hasta la finca Los Pozos eran malos y muy estrechos. Había en el cortijo un embarcadero bueno, cargamos la mitad de los cerdos que tenían y salimos sin perder tiempo para descargar en el matadero y volver a por el resto en la tarde. A las tres estábamos dentro del cortijo a por el segundo viaje y aquí empieza nuestra odisea. Sin saber por dónde ni cómo, cayó una gran tormenta que no nos dejó cargar. Viendo que no paraba y se hacía de noche, a la fuerza y todos chorreando, conseguimos cargar el camión y nos fuimos del cortijo. Pero no habíamos andado ni unos 300 metros, cuando los cerdos se echaron hacia un lado y el camión patinando se fue a la cuneta, quedando fuera de la carretera la trasera por la rueda izquierda. La chillina de los cerdos unos encima de otros fue infernal. Avisé al personal del cortijo que rápidamente llegaron, descargando el ganado a pulso con el trabajo que lleva el segundo piso, con el camión tumbado.
Ya con la noche encima y sin dejar de llover, conseguimos descargar y llevar el ganado (algunos cojeando) a las majadas.
Con las ropas empapadas de agua y barro, entramos en el cortijo donde tenían una gran hoguera, la solución ponerse en paños menores envueltos en una manta que nos facilitaron y así secamos nuestras vestimentas. Nuestro agradecimiento a una mujer bendita que en todo momento estuvo pendiente de nosotros. Esta buena madre peló un caldero de patatas, con huevos y tocino y nos dio de cenar una vez ya secada la ropa.
Viendo el desastre del camión, un joven obrero de la casa, se ofreció para viajar al pueblo con una mula, y avisar a la familia de que me quedaba en el cortijo. Le di dinero para que trajera una arroba de vino para ellos y pagar una conferencia a Encinasola. Para tal favor le entregué una nota para un barbero conocido, que era paisano y tenía una barbería en Higuera de la Sierra, quien llamó a la centralita de Encinasola pidiendo el favor de avisar a mi casa. Así ocurrió y le estaremos eternamente agradecidos.
Este hombre emisario regresó de madrugada, según me contó al día siguiente. Por lo visto tenía novia y aprovechó el viaje. Nuestra cama, un saco de paja al lado de la candela y una manta, gracias a la mujer. Por la mañana, un vaso de leche con un dulce.
Seguidamente nos fuimos a sacar el camión con mucho miedo porque nos avisaron de que el ganado que pastaba en la finca donde estábamos era bravo. Mientras, dos hombres sacaron los cerdos a un embarcadero más seguro en la vieja estación, al final salió y con mucho peligro, reventó una cubierta trasera que cambiamos en el camino. Cargamos de nuevo en mejor lugar, y terminamos el viaje normal acabando así la odisea vivida en aquél cortijo con una buena familia.
Toda la anécdota vivida fue culpa de la cantidad de agua que la tormenta dejó caer y que nos cogió ya dentro de la finca. Aquello no se lo esperaba nadie y menos aún cuando ya había dado un viaje por la mañana sin tropiezos ninguno.

Faustino Jiménez Enero 2010

domingo, 20 de diciembre de 2009

Anecdotas de los cincuenta


Anécdotas VIVIDAS
Que bonitos los primeros años del Cincuenta 1.950

Todos los años habia ciertas temporadas que los Ganaderos y almacenistas, con mucha potencia de Higuera la Real, compraban en los pueblos de la baja Extremadura los cereales y granos que daba el tiempo, todos ellos eran necesarios en el comercio de los mayoristas con prioridad de los trigos, cebada, habas… Uno de los mas deseado era el altramuz agrio, que luego preparaban en sus “chocheras” (huertas preparadas para endulzar) y secar este deseado manjar para los marranos de vida.
Teníamos buenos clientes, juventud y un vehículo bien repasado, la temporada del trabajo que te ofrecían no era de despreciar, con un ayudante y con un encargado de la casa con la misma edad, nos lanzábamos a lo que saliera.
La faena de recogida en los pueblos era muy enredosa, en todos habia un corredor que se encargaba de comprar de casa en casa los géneros que tenia y cuando llegaba el camión eran pesados y cargados directamente al vehículo, en este trabajo las mujeres de la casa, casi siempre eran las porteadoras, por ausencia de los maridos que trabajaban en el campo.
El corredor, cuando los clientes no podían estar pendientes de atender ese dia que se concertaba de antelación, recogía en su casa varias partidas y a la llegada como era muy temprano a las claras del dia, el primer sitio para cargar era su casa,
Una pequeña anécdota pasó un día entrando en la vivienda, el encargado que me acompañaba necesitó el servicio que estaba en el corral y después de pedir permiso al dueño tiró de la puerta y se escucho un chillido que llegó a la calle. Era de una joven que se perfumaba, un poco ligera de ropa. El padre le pidió perdón y seguimos como si nada hubiera pasado.
Este hombre de Salvatierra nos invita a quedarnos en su casa al viaje siguiente, para ayudar en la matanza casera, que tenia proyectada. El encargado era “matachín” de oficio en un gran matadero y tenian buenas relaciones con la familia; como se lo merecía por lo bien que se portaba con nosotros, no se le puso pegas, cargamos primero y después pasamos un gran dia en unión de otros muchos amigos que se juntaron para este sacrifico casero.
Una vez terminado salimos para nuestro destino, por carreteras de tierra, piedras y baches pero tranquilas de circulación; no te encontrabas vehículos, solo carros y bestias, y a la llegada a Higuera la Real se descargó normalmente.
A pesar de las fatigas de la faena habia otras cosas buenas, podías parar, siempre dejando sitio para pasar los demás en los caminos o carreteras donde habia huertas donde le pedías permiso al dueño y te dejaba coger frutas: higos, sandias y melones, como es natural sin exceso no hay pega ninguna, decían que tenian exceso de genero y los echaban de pienso a los distintos ganados que tenian.
Muchas veces cuando era hora para del almuerzo, a la sombra debajo de los árboles se hacia el rancho, incluso mas de una vez nos dejaban coger los avíos para hacer el gazpacho, con el consiguiente descanso de una pequeña siesta incluida.
Esta manera de trabajar era dura y sacrificada, pero con esa edad no notabas cansancio dolores ni penas, el estar fuera de casa toda la semana era normal.
Ahora con cerca de los setenta y cinco años, es cuando esta pasando factura la vida que lejanamente pasó y gracias al Señor puedo contar.


Faustino Jiménez Diciembre 2009

sábado, 21 de noviembre de 2009

Anécdotas de un viaje a Lisboa




Anécdota de un Viaje a Lisboa.

Durante una visita a la feria de Barrancos, unos amigos del País vecino comentaban que en Lisboa, se compraba muy barato y bueno el repuesto de los camiones que se vendían en los desguaces, debido al cambio de la moneda: por el valor de la Peseta de España comparada con el Escudo de Portugal salían más económicas las compras.
De esta conversación, un amigo se ofreció ir con nosotros a Lisboa, para demostrar que no mentía, quedamos citados en un bar de la frontera de Ficalho.
Habia que sacar el pasaporte para entrar legalmente por la frontera de Rosal de la Frontera, sitio en que la policía con anterioridad te expedía el citado pasaporte.
El día 21 de Abril de 1964, en compañía de un amigo de mi padre, algo mayor que yo, y un servidor, salimos para Repilado donde la línea de autobuses Casal nos llevaba a la frontera. Pasamos los dos puntos de Rosal y Ficalho y esperamos en un bar a otro amigo con el que habíamos quedado. Una llamada de teléfono (cuando todavía los móviles no estaban ni en proyecto) nos avisaba, para justificar que no podía venir a recogernos por motivos imprevistos.
Mi acompañante no se achicó y en el primer autobús que pasó para Serpa nos montamos llegando a tiempo de cambiar a otro que salía para Lisboa, donde llegamos por la tarde. Buscamos donde dormir y comer, por cierto muy temprano por el estilo Lusitano, y mi compañero se fue a dormir porque venia cansado.
Por pasar el tiempo, paseaba por los bajos del puente Salazar sin terminar, admirando la obra que un dia seria un gran puente. Como era pronto para ir a dormir entré en una cafetería a pedir café, y el camarero “falando” en su idioma me dijo que si no llevaba dinero Portugués, no me podía servir pues no tenian cambio de dinero Español. Marché a otro y fue totalmente diferente: me ofrecieron de todo, como si me conocieran de toda la vida… era de Cádiz.
Al dia siguiente, salimos a la compra que llevaba en mente encontrando algunas piezas que me interesaron, pasando el día buscando sin más penas ni glorias; al siguiente día seguimos lo mismo y comprobamos que no era tanto la ganga que encontramos.
Después de dos días buscando, regresamos en autobuses con las manos vacías, llegando por la tarde a Cortegana, donde salía por la mañana un pescadero conocido que nos llevaría al pueblo, buscamos alojo y llamamos a casa, donde todo estaba bien y a la cama.
A las seis de la mañana, nos montamos en la furgoneta saliendo para casa y por mano del demonio, llegó una avería cerca del pueblo: subiendo a la finca La Víbora, se partió la correa del ventilador, se calentó el motor y se paró. Hubo que esperar que se enfriara dos o tres veces, hasta llegar a lo alto del Puerto del Olivo, que llegó y sin motor siguió hasta la cobija y desde allí andando al Ensanche.
Cuando llegamos hacia el medio dia, me esperaba una sorpresa: estaba mi cuñado al acecho para que no me parara siquiera; me dijo que su hermana, mi mujer, estaba de parto, aunque le faltaba un mes y no era esperado todavía. Rápido llegué a casa y Mari estaba esperando montada en un taxi llegado de Fregenal, con mi amigo Carlos.
No entré en casa; me monté y a correr para Sevilla, donde llegamos a las dos de la tarde y venia rápido. A las dos y media habia nacido una preciosa niña de ocho meses, mi hija Mª Victoria (Toyi.
Con el parto llega la calma de varios días de intranquilidad y al final una alegría inolvidable, colmada de cariño el 24 – 4 – 1964.

Faustino Jiménez Noviembre 2009

lunes, 9 de noviembre de 2009

CRISIS ANTIGUA







Crisis Antigua

Me voy a remontar a una ya lejana década, después de la contienda nacional (que ya era bastante), mas una segunda guerra mundial. Según recuerdo siendo joven, seria alrededor de 1948 acercándose a los años cincuenta, fecha donde discurre mi niñez, sin saber qué conflicto había pasado, ni por qué pasó.
La verdad es que nadie hablaba de crisis, era que se escaseaba de todo, no habia pan duro, el que tenía un bollo necesitaba dos.
Eran tiempos que es mejor no recordar, los alimentos de primera necesidad estaban racionados y los demás productos después de caros no eran fáciles de encontrar, pongo como referencia el repuesto de los camiones, sobre todo las cubiertas.
A cuento viene una anécdota verídica de los tiempos que citamos anteriormente.
Con motivo de un viaje para recoger vino de una bodega de las muchas que habia en La Palma del Condado, a la que había que llevar los envases vacios, se cargaba primero la mitad de la carrocería del camión de carbón, para dos clientes que lo esperaban, y en el resto se ponían las garrafas que se habían recogido el dia anterior oportunamente.
La salida era de madrugada, la carretera de tierra y baches hasta la Nava era infernal. A la llegada, entrada ya la mañana, se dejaban los envases para su limpieza y llenado, mientras se descargaba el carbón. Una vez terminado con el camión de vacío, se volvía a cargar las garrafas llenas. Era costumbre, para el viaje de regreso que, sin cargo ninguno, te llenaban la “gotifora” (garrafita pequeña para el camino) y te daban otra pequeña de vino, que le mandaban de regalo a la parroquia para que el cura dijera la misa.
Hasta aquí todo perfecto menos un día que salimos de La Palma del Condado y antes de llegar a Valverde del Camino, tuvimos una gran avería. Se rompió un palier de la transmisión, y al no tener repuesto, tuvimos que desmontar el que se había partido y mi padre con un taxi se marchó para Encinasola, para que lo soldara bien fuerte el maestro Javier Domínguez, único en su género. Fue un trabajo muy duro durante toda la noche terminando en la mañana y seguidamente mi padre regresó para donde estaba el vehículo averiado.
Como es natural, el camión cargado de vino imposible de mover, estaba ocupando la mitad de la carretera y no se podía dejar solo; por suerte nos acompañaba como siempre mi primo Cornelio y los dos nos quedamos al cuidado de que no pasara nada. Durante la tarde recogimos leña para el frío de la noche y antes del anochecer nos pusimos a cenar de una cesta de mimbre que siempre en los viajes nos acompañaba: había de todo pero el pan se escaseaba y aunque lo administramos, duró poquito.
Estando entretenidos con unos tragos de vino, nos visitó un campesino de una casa cercana para ver qué pasaba. Este hombre nos acompañó hasta muy tarde, tomando varias copas con nosotros, pero se fue a su casa a dormir. Como a este buen señor le habia gustado el vino que traíamos y él no lo podía comprar, le regalamos lo que quedaba en la “gotifora” y se fue muy contento.
La noche se hizo larga, metidos en la cabina con una manta para los dos y cuando el frío apretaba, salíamos a la candela a pegarnos un calentón. Pero amaneció y nuestra sorpresa fue que llegó el pastor con el envase vacío del vino, mas una botella de leche y un trozo de pan más bien asentado que a nosotros nos supo a gloria.
En aquellos tiempos con tantas necesidades, los corazones eran más tiernos, cada uno ponía lo que tenia o podía, no existía esa maldad que hoy invade este mundo moderno.
Cuando llegó la pieza reparada, fue montada y el regreso fue normal, terminando uno de los muchos viajes estrambóticos de esta antigua vida.
¿Cómo le llamaríamos a esto Crisis o necesidad?

Nota: el camión se vendió en el año 53 y llevaba la misma pieza soldada y arreglada de este día.


Faustino Jiménez Noviembre 2009

lunes, 15 de junio de 2009

VIAJE URGENTE


En una mañana fría y lluviosa del dos de enero de los años setenta y algo, recibimos una llamada telefónica un poco extraña: era un amigo destinado en Santander y pedía que al dia siguiente a primeras horas nos esperaba allí con el camión, para cargar los muebles de la casa donde vivía, para transportarlo a Encinasola.

Hablamos los hermanos, viendo los kilómetros que habia que recorrer y se le llamo comunicandole el presupuesto el cual aceptó, repitiendo que nos esperaba sin falta, en la Yeguada Militar de Cabezón de la Sal

Era un poco precipitado pero posible, preparamos el vehículo con lo necesario y a las diez de la noche después de cenar, nos montamos dos conductores y a echar kilómetros para atrás, cuando se cansaba uno de conducir, nos cambiamos y conducía el otro.

Como no existía el aire acondicionado, a las cinco de la mañana pasamos por Palencia y en la sierra de Reynosa el frío se masticaba y las palabras se congelaban.

La noche se hizo muy larga sin encontrar donde tomar café. Llegando a Torrevieja, encontramos en un pueblo un “zampuzo” o “tasca” donde se calentaban dos o tres Mayores en una chimenea de leña; uno de estos hombres se levantó y nos sirvió dos cafés y una botella de coñac, para que nos sirviéramos a nuestro gusto y el se volvió a la candela. Cuando terminamos le pagamos y nos desearon buen viaje.Pasando por la sierra de Reynosa, la carretera estaba en construcción y al ser de noche la mitad del tiempo no se veía el asfalto, pasamos sin saber si era o no era la que teníamos que llevar, por la cantidad de piedras sueltas que pisamos es que estaban haciendo la autopista, luego al regreso lo confirmamos.

A las ocho de la mañana, llegamos a la puerta de los pisos de la Yeguada Militar y de momento salió el amigo y nos llevo a tomar el desayuno, mejor dicho un almuerzo, huevos fritos con jamón con su correspondiente rioja.

De seguido empezó la carga, donde hacíamos de todo, eléctricos quitando lámparas, carpintero desarmando roperos, cargando lo que se desarmaba, una casa grande con muchos muebles prolongándose la carga todo el dia.

Encerramos el camión en un hotel que era conocido, cenar y a la cama fue todo lo que dio tiempo.

A la mañana siguiente tempranito salimos para nuestra tierra con el viaje de muebles, acompañados por los hijos de nuestro amigo que venían con el camión; este buen hombre con la señora viajaban detrás en su coche cargado de lámparas, espejos y cosas frágiles, parando a comer en el puerto de Béjar donde nos reunimos todos, llegando por la tarde a casa sin enterarme todavía por qué el viaje tenia tanta urgencia.

Saludos, Faustino Jiménez.

miércoles, 13 de mayo de 2009

CAMBIO EN EL TRABAJO


Abril - 2009


Como todo hombre formal en los tratos, las palabras hay que cumplirlas, igual pasa con los clientes que solicitan y confirman un transporte, para eso es necesario tener buena herramienta, o sea un vehículo seguro, en buen estado de conservación dispuesto siempre a salir a las ofertas de trabajo que sean necesarios.

De no tener estas cualidades necesarias, el camión que utilizas, es que le ha llegado la hora del cambio y no se puede dudar; lo mejor es el plan renové.
Y allá por el año 1970 le llega el cambio al Pegaso Barajas Z – 207 con 22 años el cual fue entregado por agotamiento del material, recogiendo un Pegaso 170 cv nuevo, SE—164801 que fue carrozado en un taller de Córdoba, con caja fija y fuerte para todo el transporte Nacional.
El dicho camión tambien conocido como el “Europa” era en aquella fecha el camión más comercial, moderno y duro que se vendía por España.
Dice un refrán “coche nuevo, vida nueva” pues aquí paso algo parecido, rotulando la cabina y la visera en el pintor, por mediación de un amigo de mi hermano, que estaba en Sevilla, salió un trabajo nuevo distinto de los conocidos, era mas limpio, que el trabajo del carbón de toda la vida.
Los viajes con el camión nuevo y el trabajo igual, al principio de semana eran gratificantes, te montabas el Lunes muy eufórico, pero cuando llegaba el Sábado tenias una “panza” de kilómetros que hasta dormido, soñabas con el reloj cuenta revoluciones.

El trabajo consistía en salir de Sevilla, cargado con envases vacios de refrescos de la marca “ Missión OF California” y Batidos de leche Rialcao, carretera adelante sin parar (salvo en las comidas) hasta la fabrica de Madrid, donde para cargar era único como transportista de Andalucía y no-tenia que esperar, descargaba él vació y cargaban de lleno y otra vez a correr para Sevilla, el tiempo de las descargas era para descansar en una gran cabina que tenia el camión.

El regreso del viaje tenia un descanso de cena y cama, en un restaurante de la Aldea Quintana en Córdoba, para seguir el día siguiente a la descarga en el almacén de Sevilla.

En este punto habia unas horas libres en el piso, hasta por la tarde, luego el sistema era igual cuando te montabas, vuelta a empezar para Madrid.
El mejor día el sábado, que la descarga en Sevilla sé hacia rápida y seguidamente marchabas para el pueblo, a pasar con la familia hasta el Domingo por la tarde, que salias por la carretera de Extremadura para la fabrica de bebidas.
Como los niños eran pequeños cuando podían o en vacaciones se montaban en el camión y los llevaba en el primer viaje a Madrid y cuando llegaba a Sevilla descansaban en el piso esperando que el sábado marchara para el pueblo.

Cada una o dos semanas a ser posible habia cambio de conductor, para hacer en el pueblo viajes más cercanos y estar descansado, pero a la semana siguiente otra vez a correr a devorar Kilómetros.
Fueron tres años o cuatro de mucho de ajetreo pero gratificante, luego la fabrica tenia grandes competencia, las otras firmas tenían mucha fuerza, las ventas bajaron entrando en una crisis que termino con la fabricación de los refrescos y los batidos, al final presento una quiebra y cerro.
Hasta cierto punto según se mire, ya teníamos ganas de descansar de este agobio, Seguimos con otro cliente pero era mas tranquilo, una vez a la semana que era distinto.
Los recuerdos de los muchos días y noches vividas en la carretera seria interminable, el escribir las miles de anécdotas, que acontecen en el deambular en los caminos del señor.
Faustino Jiménez

martes, 16 de diciembre de 2008

ESTACIÓN DE LA NAVA




11-2008

Eran unos tiempos malos, rondaban los años cuarenta y tantos, cerca de los cincuenta. No hacia mucho tiempo que había pasado la segunda guerra mundial, y en Encinasola como otros muchos pueblos, la economía estaba por los suelos y todos los productos de alguna importancia, estaban controlados por el gobierno; casi todos necesitaban para su transportes guías expedidas por la jefatura de Huelva.
Este era el caso del carbón: para solicitar una guía para poder transportar fuera de la provincia, tenias primero que servir el cupo que te asignaban y entregarlo a los carboneros de la capital.


Estos servicios obligados se mandaban por el ferrocarril en vagones cerrados para los cuales mandaban guías, pero los productos no podían salir de la provincia.


Entonces, la Estación más cercana a Encinasola era la Nava, bastante más pequeña pero muy bonita, donde el movimiento era escaso y con poco personal estaba atendida: un jefe factor, un guarda aguja y una viuda que despachaba en la cantina.
Las dos cajas de pescado que traía el tren a la estación, las recogía el amigo José, todas las mañanas de madrugada con un burro y él marchaba andando detrás al pueblo.
Ni que decir tiene que la carretera de tierra y piedras era intransitable: aparte de las cientos de curvas que tenia, era estrecha, y el remate era un paso a nivel que cerraba el guarda con una cadena y se echaba a dormir con la botella en la mano y te las veías negras para despertarlo, sobre todo de madrugada, que eran horas esperando que la espantara y cuando se despertaba, quitaba el candado y cuando pasabas lo cerraba otra vez.
La carga del carbón en vagones, en esta estación era de tarde en tarde, solicitabas uno y cuando estaba en una vía muerta y te asegurabas que se podía llenar, empezaban los trabajos de acarreo con los vehículos que había, chicos y viejos y con la carretera tan mala, que se tardaba toda la semana dando viajes.
Para ahorrar tiempo los carbones de las fincas de los Campillos y otras más de los alrededores, lo acarreaban los cargueros con bestias al rellano que hay en la finca del Casco, donde era cargado en la camioneta, para llevarlo a la estación y vaciarlo en el dichoso vagón y vuelta a empezar.
Para economizar gastos y tiempo, dormían por la noche en la casa de los peones, puesto que quedaba a mitad de camino: los cargueros en los aparejos de la bestias y otros en las habitaciones o donde podían, se hacia un "cofondoco" (un guisote) para todos en la candela, sin faltar la garrafa de vino y después de "jarto" a dormir como un "tronco".
Recuerdo que en un evento de estos, me llevaron y por las noche los hombres jóvenes buscaban "pardales" (gorriones) en la cuadra que había muchos, siendo pelados y fritos para el tapeo de las copas. Allí dormían varios hombres, uno de ellos en una cena se comió un gran puchero de garbanzos con un conejo entero y la noche la pasó quejándose de la barriga, sin poder hacer la digestión, recuerdo que decía ¡aaay mi barriguita!
La verdad es que hay odiseas de pequeño que no se olvidan, tanto buenas como malas.
Faustino Jiménez

viernes, 31 de octubre de 2008

El néctar de lo Conocido 2008

Pegaso Europa modelo 1065, Matricula: SE-164203


En una familia unida, salir fuera de casa a trabajar no era fácil, tenía sus inconvenientes; nuestros mayores ponían muchas pegas y ejemplos de los males que habían acontecido a los que antes se arroparon la cabeza y un dia decidieron probar otros aires que le gustaran más.
Esto no quiere decir que el volar sea imposible.

En aquellas fechas era desconocido ese “más allá” pero siempre había una puerta por donde se podía uno “escabullir” para salir mejor o peor.
Un “dimigirete” del pueblo era decir “lo difícil es empezar” “lo malo es la primera vez”. Pero hay que ver los sinsabores que se pasan hasta encontrar un destino o abrir un camino donde el trabajo sea de tu gusto y a la vez que sea rentable a tu bolsillo.
Mirando atrás, en nuestro pueblo se fijaban en los que venían de fuera con los bolsillos rellenos hablando bien de su trabajo en las capitales.
Luego no era así de fácil. Mucho mejor si que venían, pero su trabajo le había costado; dice el refrán que ¡no es oro todo lo que reluce!
Pronto pasaron los años y en mi casa abundaban los conductores, siendo fácil coger uno de compañero y salir de viaje cruzando el mapa de punta a rabo.
Como ya tenia buenos recuerdos de otros viajes al norte, añoraba volver por las tierras de España y circular por otros horizontes donde todos los días por la mañana veía el amanecer y por la tarde la puesta de sol desde distintos puntos geográficos, si uno era bonito el otro mucho mejor.
De acuerdo con un tratante de ganado vacuno de Jerez de los Caballeros, todas las semanas el sábado se cargaba un camión de “chotos” o sea becerros de unos 200 Kg. de peso aproximados y los llevaba durante toda la semana con mucho trabajo a lo largo del viaje, porque el transporte de ganado algunas veces era conflictivo, a varios mataderos de distintas capitales, con preferencia de Barcelona, Bilbao y Madrid, llegando el domingo a nuestro destino, se descargaba en almacenes, se limpiaban los vehículos y seguidamente a cobrar el transporte.
Con el trabajo terminado llegaba el descanso y el lunes se buscaba en las agencias una carga de retorno para nuestra tierra, lo más cerca posible de casa, entre los amigos que conocías (o sin conocer). No era difícil cargar para Andalucía, donde a ciertos puntos no venían los demás transportistas por ser desconocidos para ellos. A nosotros nos venia bien y así volvíamos pronto, terminando el viaje y una vez en casa, descansar y disfrutar de la familia. Sin olvidar que había que preparar para el Sábado siguiente.
Faustino Jiménez.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

CUANTAS VICISITUDES


16- 9 -2008

Cuado el dichoso trabajo de camionero, es el fin primordial de nuestros ingresos para el sustento de la familia en su casa, no tienes tiempo para pensar si lo haces bien o mal, solo ves que entre viaje y viaje se multiplican las demandas de los productos que transportas, las cuales hay que atenderlas, para el bien tuyo, de la empresa y de los clientes.
Por los años de los sesenta y algo, se escaseaban los granos y el gobierno autorizo el transporte de maíz de América en grandes barcos para el puerto de Sevilla, donde era distribuido y cargado en los camiones para Andalucía y la baja Extremadura, que era donde mas escaso estaban los granos y las fabricas de pienso encontraron un alivio a la producción.
Llego una buena racha de viajes, que no parabas ni de dia ni de noche, en cuanto descargabas, otra vez al muelle de carga, el descanso era en la cola de camiones esperando cargar que había en el puerto, en la cual podías estar de ocho a diez horas para que te tocara otro viaje, muy pendiente de que no se pasara ninguno de los muchos listos que hay, por que ya se sabe como dice el refrán ¡camarón que se duerme viene la ola y se lo lleva!
Este agobio con un solo camión, no tenia otra solución mas que comprar otro, que nos llevo a uno extranjero, marca Steyr modelo 586 de mayor tonelada, que el anterior, matricula M- 463619 fue carrozado en la misma casa con las medidas de nuestras preferencias, bajo la vigilancia nuestra, con el fin de poner, uno que iba cargado y otro que venia de vacío, así siempre había uno esperando en la cola.
El maíz de importación venia bastante retazado en el barco, era más inferior que el de Andalucía.

En esta zona era entero y limpio, pero al final era comida, tanto en grano o molido, mezclado y prensado en las fábricas,
Después de varias horas en la cola de los camiones, cuando tenias la suerte de que te tocara cargar, entrabas el camión casi en la orilla del agua bajo la gran grúa que descargaba el barco, sin bajarse de la cabina, por señas le decías al gruista que te vaciara dos cazos y medio, yo creo que no se enteraba o no quería enterarse, porque como no te quitaras seguía cargando y con lo que cayera pasabas por la bascula y llevaras lo que llevara tenias que seguir, no había opción a rectificar quitando carga, algunos días llegabas a casa con el camión a reventar. Menos mal que en las fechas aquellas, no había tanta vigilancia con el exceso de carga, porque había días que traían sin querer más de su carga,
pero eran las normas del puerto y sin poder contradecirlas.
Este fue el estreno del Steyr un vehículo que sufrió mucho en el verano por ser fabricado en Austria, que tiene un clima muy frio. Venia muy bien preparado de todo, con buen equipo para el invierno, cosa normal, pero vino a nuestra Andalucía donde mas calor hace y aquí la sudó.
Esto no quiere decir que fuera blando, al contrario fue duro en general pero los calentamientos fueron muchos y se quitó de la circulación con muchos años de trabajos. Una cosa curiosa: en la cabina cerraban las puertas como el primer dia que llegó, los asientos y los mandos nunca sufrieron averías.
Pero le llegó la hora como a todos y pasó al desguace con sustitución de otro.

Faustino Jiménez .

martes, 27 de mayo de 2008

AÑOS DE ENSUEÑOS







15-5-2008

Llegaron los años sesenta, ¡qué bonita edad! con la juventud no hay quien pueda: los viajes que hacíamos eran interminables de dia y de noche, el dormir era sobre la marcha, descansabas dos horas y a seguir currando sin cansancio, atravesando limites y limites de provincias.
Por aquéllas fechas, cargamos un viaje de madera de Nogal que trabajaban mi tío Eduardo (de Fregenal) y mis primos, y nos lanzamos a la carretera con dirección a Valencia, a donde llegamos felizmente.
Mi tío, que era entendido en maderas, contactó con varios dueños de fabricas de muebles que vieron la calidad que llevábamos y rápidamente fue vendida y esperando más.
Esto hizo que la compra de madera de esta clase fuera prioritaria, siendo muchos los viajes que se cargaron con destino a Valencia donde nos esperaban con los brazos abiertos los compradores.
En poco tiempo fue conocido en todas las casas de muebles por la gran calidad que le servíamos a diario.
El negocio creció y mi tio compró un camión nuevo, llamado Nazar, que lo conducía mi primo.
Fueron muchos los días buenos que pasamos y otros que no eran tan buenos, pero sí muy felices con nuestro trabajo, que nunca nos pesó.
Por aquéllas fechas, llegó la hora de llevar a mi novia al Altar y dejé los viajes largos para otro momento, dedicando el tiempo a los mas cerca de casa.
Fueron muchos los kilómetros que hizo el Pegaso, por lo que pronto necesitó un vehículo que le ayudara en los trabajos más fuertes; entonces compramos el Esteyr.

Faustino Jiménez

sábado, 19 de abril de 2008

PESCADO FRESCO




15-4-2008

El tiempo no cuenta, pero hace muchos años, me acuerdo de mi abuela Paz, en sus relatos, donde decía que llegó al pueblo de Encinasola con su marido Antonio y tres hijos pequeños, procedente de Fregenal de la Sierra, esto seria por los años 1914 ó 1915, pasando a hospedarse en la Posada de la plaza (creo que era en el rincón). La llegada de Antonio al pueblo, se debía a que tenia un contrato con Correos, para llevar y traer la sacas de la estación de ferrocarril de Fregenal de la Sierra a Encinasola y viceversa.
Primeramente lo hizo andando (de ahí viene lo de peatón) pero pronto se dio cuenta que con un burro llevaría el correo más una caja de pescado, que también venia en el mismo tren de Huelva, para su venta en el pueblo. Con el tiempo arreglaron el camino y llegó la era de los carros, que dicen que había en el pueblo por lo menos cuatro: tío Juan treintaytres, tio Antonio pingo, tio Oliveño y tio Antonio el peatón, todos los carros con tres o cuatro bestias inmejorables.
Las ventas de pescado crecieron al poder traer más cantidades, pero la vida de estos vehículos fue muy dura y su duración fue de pocos años; allá por el año 1928 empezaron a verse algunas camionetas, que dejaron en el fango a bestias y carros.
La compra de una camioneta Chevrolet, llamadas “del 28”, fue el motivo del transporte mas rápido, llegando a lanzarse a un viaje de acuerdo con el concesionario de pescado de Fregenal de la Sierra, el cual avisó al remitente de Barbate para que le preparara una carga para ir a recogerla con sus medios. El día tratado se presentó la camioneta en la lonja del puerto y cargó el pedido, regresando rápido al punto de salida y repartiendo la carga por varios pueblos.
Con lo bien que hicieron el viaje y el dinero que sacaron por el transporte, pensaron que comprando y vendiendo el pescado por su cuenta sería mas negocio. No lo dudaron. Se presentaron en la lonja de Barbate, compraron lo que les pareció mejor de cada cosa, cargaron y regresaron rápido para Fregenal; pero cuando llegaron se llevaron la desagradable sorpresa de que el pescado venía en malas condiciones.
La falta de experiencia, la ignorancia y querer ganar más dinero, fue la culpa de tener que tirar el pescado, ellos no sabían que el pescado para un viaje largo había que sazonarlo como se lo habían preparado en el anterior viaje. Con el mal sabor que les dejó el dichoso viaje, no volvieron a pensar más en volver a meterse a pescaderos por su cuenta.
Faustino Jiménez

viernes, 4 de abril de 2008

VIAJE DE PRUEBA


30-3-2008

El corcho molido, era un producto que mandaban de Fregenal de la Sierra a Gerona en vagones del tren.

Hablamos de llevarlo directamente, les pareció mejor sistema de transporte y mas rápido y una vez tratado el precio quedamos conformes en cargar.
Un dia de 1958 por la tarde, buscando lo desconocido, salimos cargados de este producto a Cassá de la Selva (Gerona) sin saber donde estaba o si existía este pueblo, con un mapa de propaganda que se encontraba un poco borroso pero era lo que había, decididos y confiando en la buena gente, preguntando de vez en cuando, llegamos a Madrid por la madrugada; era la hora que estaban libres las calles y por el medio de la avenida salimos para Barcelona según los letreros.
La cosa se complicaba cada vez mas, pasando por Guadalajara me desviaron por calles que eran de segundo orden, pero salimos adelante. La cosa siguió bien. Pasamos Medinaceli despacio porque tenía hielo, y cuando más tranquilos marchábamos, llegamos a Alhama de Aragón y nuestra sorpresa fue infinita: por el centro del pueblo pasaba el ferrocarril y la carretera por debajo de la vía, con un puente que medía de altura 3`80 metros y el camión tenía de altura 4`20. Después de probar de todo, no fue posible pasar y al final decidimos descargar una fila de sacos de la parte alta y pasar primero el camión a la otra parte del puente y después volver a cargar. Esta faena nos llevó hasta media noche; la suerte fue que no pasó nadie por la carretera pues la teníamos casi toda ocupada. Después seguimos y en Calatayud descansamos.

Siguiendo la ruta llegamos a la entrada de Zaragoza, (dicen que preguntando se va a Roma), me indican que siga detrás del tranvía hasta la Basílica… y allí “tuerce” a la izquierda y después todo seguido. Tras este medio de transporte seguimos por una calle no muy ancha, cada vez que se paraba a subir y bajar personal, todo el mundo parado aunque nadie protestaba, efectivamente frente al Pilar estaba el puente que cogimos sin pegas ningunas.
Todo seguido con mucha niebla pasamos Lérida y llegamos a Igualada. Paramos a descansar esperando que se oscureciera, para atravesar Barcelona de madrugada, resultando bien porque estaba sola la avenida. Salimos por la costa arriba, deleitándonos con sus playas y llegamos a Cassá de la Selva durante la mañana, descargando bien y contentos.
En la misma fábrica nos informaron dónde buscar carga para el regreso. Nos mandaron a Gerona, donde una buena señora que regentaba un bar sabía de todo, hablaba el castellano, tenía comidas y camas, donde descansamos, con la satisfacción de haber llegado a la tierra para nosotros desconocida, con nuestro deber cumplido.
Al día siguiente esta señora habló, con una fabrica de madera de castaño que estaba en un cerro allá en el “quinto – pino” donde cargamos haces de muelas para construir barriles de aceituna, con destino a Dos Hermanas de Sevilla.
Ya el regreso nos era más familiar, siempre aprendiendo cosas nuevas y pasando Barcelona de día por el centro, conociendo calles y avenidas más anchas por donde el viaje de vuelta resultó mas ameno. Llegando a Madrid, cambiamos el rumbo hacia la carretera de Andalucía por donde nuestro viaje se realizó sin contratiempos por ser carreteras mas conocidas.
Con la descarga en Dos Hermanas terminó este largo viaje de prueba, que felizmente empezamos y terminamos, después de aprender muchas cosas que con el tiempo fueron experiencias de las que presumimos los camioneros.
Regresamos a casa al cabo de una semana, cargados de sal de Cádiz, que los mataderos necesitan para curar los jamones.
Gracias a este primer viaje, fueron muchos más.

Faustino Jiménez

jueves, 20 de marzo de 2008

PEGASO BARAJA Z-207


20-3-2008
Como no podía escaparme de la mili, me incorporé a filas en el ejército por mi quinta, el servicio militar obligatorio. A pesar de ser una parada en la vida laboral, para los jóvenes era como una escuela de educación, para saber obedecer y guardar el respeto a los demás; todos los soldados tienen quejas pero al final, se cuenta como una faceta más en la vida.
Estaba destinado en Torreblanca cerca de Sevilla, y visitaba a diario la ciudad sin agobio de tiempo; cuando acompañado de mi hermano pasábamos por una casa de camiones, entrábamos para saber cómo estaba el mercado.

Tanto mirar, con vistas a licenciarme próximamente, que terminamos por comprar uno de ellos con antelación, para que estuviera preparado para el trabajo, cuando me llegara el dia de la licencia.
Con todo previsto, recogimos un Pegaso modelo Z – 207, el primero que llegaba a la casa de ventas de Sevilla, fabricado en Barajas - Madrid, matricula M- 202328, carrozado en un carpintero de Dos Hermanas.
Era un camión de fácil conducción, con modernas tecnologías de los años 50 bastante más anchos, medía el máximo autorizado.
El cambio fue abismal, con doble capacidad de carga útil, con una suspensión como un turismo, la cabina con mucho espacio y una cama, cuando toda la vida los ayudantes habían viajado sentados y apretados, ganando con este vehículo en motor, chasis. etc. etc.
Fue entregado el Ford Thames por deterioro normal del material.
Con esta nueva adquisición fue cambiando el sistema del transporte; era el primer camión fabricado en España, con mayor tonelaje, autorizado para circular por toda la geografía peninsular.
La llegada de un camión mayor no fue bien acogido por el personal que lo tenia que cargar sin maquinaria, en aquellas fechas era toda la mano de obra a base de brazos.

Al tener un buen vehículo y a la vista un trabajo que se podía efectuar, pensamos en la ruta, como se dice en el argot de los camioneros o sea, el transporte por todas las carreteras de España, para el cual se necesita otro conductor de relevo.
Pronto terminó mi hermano la mili incorporándose a la rosca como buen conductor, parte interesada y compañero de fatigas.
Sin pensarlo mucho, nos lanzamos a buscar ese trabajo desconocido para nosotros, y no resultó difícil ya que en el año 58 y 59 eran escasos los camiones grandes.
Con edad, buena maquina, y muchas recomendaciones de nuestro Padre, con precaución, empezamos la ruta.

Faustino Jiménez











domingo, 17 de febrero de 2008

SUEÑOS DE UN VIAJE

La casa de dos conductores.
Cabina de un Pegaso.
Cabina de Europa cabeza cuadrada.

Sueños durante un viaje 3-2-2008

Durante las muchas horas que pasan agarrado a un volante, conduciendo por esas largas carreteras, solo en tu camión por esos mundos de Dios, piensas, mejor dicho sueñas, infinidad de recuerdos buenos y malos, unos amontonados a otros.

Sales de casa sin saber cuándo ni cómo volverás; dejando atrás el cariño de tu familia y pasando del limite de provincia en adelante, empiezas a pensar donde vas y por donde coger el camino mas corto que mejor te lleve sano y salvo a tu destino.

Cuando llevas muchas leguas, le has dado vueltas en la cabeza a cientos de cosas, unas mejores y otras catastróficas, cantas sin saber cantar, lloras porque los hombres también lloran, tu mismo te animas pensando que ya te queda menos que cuando saliste, si te ves apurado haces una parada tomando café, pero sigues siempre mirando al frente orgulloso de haber superado los momentos primeros, que fue el salir.

Pero tu gran tesón y responsabilidad hacen que los Km. vayan pasando y para evitar lo pesado del camino, ríes pensando que te toca la lotería y no tienes tiempo para gastarlo. Con estos y otros sueños pero despierto, vas devorando la carretera y terminas llegando a ese destino tan lejano del rincón de tu tierra marocha.

En tierras extrañas, conocidas o por conocer, llega la parte compleja del viaje de ida. Nunca son iguales dos descargas, teniendo que resolver los inconvenientes que surjan sobre el terreno que pisas, empezando a desempolvar algunas cosas que durante el viaje llevas en el depósito de tu memoria y a buscar la vuelta lo más rápido posible.

Con la ayuda de Dios, el pronto regreso te ilusiona y sales para tu tierra mas contento que unas pascuas, como decimos aquí, es el mismo trayecto pero se hace mas corto que el anterior, olvidando los volantazos que has dado y los inconvenientes habidos y por haber.

Pasan los pueblos más rápido, los cuales da la sensación que están más cerca, el cante es mas alegre y sigues pensando o soñando, mientras el vehículo rueda camino de su destino; estás cada vez más cerca de tu llegada, no pesan las horas igual, los esfuerzos y las fatigas se sobrellevan mejor y pronto se verá el limite de provincia que dice que estas llegando al rincón marocho.

Desde las “cercas del campo” se divisa nuestra torre de la iglesia, ¡qué satisfacción llegar a casa con el deber cumplido!, abrazando a tu familia das por terminada la aventura, las fatigas pasadas y las demás peripecias vividas durante el viaje, sin pensar que mañana vuelves a empezar de nuevo.

Faustino Jiménez

jueves, 7 de febrero de 2008

COSAS DEL CARNAVAL AÑOS 60


3-2-2008

En un día de invierno cuando las fiestas de los carnavales están en su mejor apogeo, las ciudades se llenan de alegría por doquiera que vas.

En todas las ciudades aparecen los típicos cantes del carnaval; la capital de Cádiz no tiene competencia, en Andalucía es la que más celebra estas fiestas tan jubilosas.

Con motivo de un viaje de carbón a San Fernando que coincidía con estos días de fiestas del carnaval, paramos en Sevilla a descansar por la tarde, y en unos comentarios de un bar, dos clientes que allí se encontraban me pidieron que los llevara en mi camión a Cádiz.

Al parecer a estos señores les gustaba la fiesta pero les daba miedo ir solos ya que sus tendencias sexuales no estaban tan bien toleradas como ahora; querían ir acompañados por mi ayudante y por mí, cosa que era imposible por el trabajo que nosotros teníamos que realizar repartiendo en el camino, y no de buen agrado aceptaron mis razones y excusas. Cuando llegó la hora salimos de Sevilla a nuestro destino, haciendo un viaje normal, descargamos el carbón y dejamos cargado de sal. Aparcamos el camión y como era buena hora salimos a dar una vuelta por el recorrido del desfile carnavalero en la capital, que llenaba las calles de personal al máximo.

Con tal motivo en las aceras ponen puestecillos, de chucherias y elementos carnavalescos a la venta, que te invitan a comprar para estar a tono con tal evento. Como otros muchos, entre bromas y verás, yo compré un bigote, una visera y un matasuegras, los cuales me coloqué y seguimos paseando, siendo mi sorpresa que me crucé con un amigo y no me conoció. Entonces pensé darle una broma. Como iba bien acompañado de una hermosa mujer cogidos del brazo, me acerqué por detrás y soplando el matasuegras, le llegó a su cabeza muy bien peinada, ella se extrañó pero mi amigo sin volver la cabeza le dijo, ¡esto es normal en estos días¡ seguimos caminando y al rato una segunda molestia, pero esta vez se paró, miró con enfado pero no hizo comentario, la cosa se puso para no seguir la broma y me quite los atavíos. Reconociéndome nos dimos un abrazo, me presentó a su señora que venían recién casados de sargento de la guardia civil con destino a Cádiz y entre risas y comentarios pasamos la tarde, no olvidando esta mujer, después de muchos años el encuentro que nos presentó en su día.

De regreso a Sevilla, nos encontramos con los dos que intentaron venirse con nosotros a Cádiz, a la fiesta, y me contaron que se fueron en el tren, pero que una cuadrilla de chavales les dieron una paliza y los montaron en el tren por la ventanilla, devolviéndolos a su tierra natal. Gracias a Dios las cosas han cambiado.
Pero estas cosas no se pueden repetir.

Faustino Jiménez

domingo, 20 de enero de 2008

EL TIEMPO NO HAY QUIEN LO PARE



15-1- 2008

Visitado un vendedor amigo de mi padre, llamado Don Augusto Rica de Sevilla, que le había vendido algún que otro camión antiguamente, buscaron y encontraron uno en Madrid, el cual fuimos a recoger mi padre y yo en un avión trimotor que era lo que había de Sevilla a Madrid y que tardó todo lo que quiso y algo más.

Salimos de Sevilla por la mañana y como era la primera vez que me montaba en un “tiesto” de esos, pasé más miedo que una vieja.

Tan tarde llegamos que en el comedor del hotel ya no había cena, menos mal que Madrid tiene muchos y buenos restaurantes, donde cenamos opíparamente y a la cama.

Ya al día siguiente temprano fue la recogida del vehículo.

Era un Ford Thames Inglés con la matricula de prueba M – 7053. Por suerte tenia una carrocería bien bonita, lo recogimos y salimos para Sevilla, siendo la primera vez que pasaba conduciendo por Despeñaperros, llegando a casa el 15-7-1953 y dejando entregado el Dodge que tantos años llevaba en casa y todos le teníamos mucho cariño.

La vida del transporte en mi casa dio un cambio con el camión nuevo. Los viajes de la estación del tren y la carga de vagones se terminaron, siendo llevado el producto directamente a sus destinos.

Lo mismo pasó con los retornos: se recogían en fábrica y se descargaban directo al consumidor.

Los viajes se multiplicaron, los días se quedaron chicos y ya no había noche ni dia. Pero todo no podía ser bueno. Los males estaban detrás de la esquina, una enfermedad muy larga en un familiar de la casa fue frenando el trabajo; los viajes largos se recortaron, se hacían los mas cortos y algunos largos se aprovechaba la noche, o cuando se podía.

Este largo caminar se hizo muy pesado, tenia muchos altibajos, no permitía hacer todo lo que se necesitaba, pero el trabajo se cumplía.

El motor Pekín muy bueno pero no resistió tanto ir y venir, teniendo que ser reparado por un especialista en Sevilla.

En los tiempos que siguieron, se fue acercando el nunca querido pero bueno servicio militar obligatorio y llegó el dia que salimos nuestra quinta, dejando nuestra patria chica, alegres y cantando por no llorar, a cumplir con nuestro deber.

Por mano del demonio (como decía mi abuelo) me tocó el cuartel de automovilismo de Sevilla, buen sitio porque las escapadas a casa eran mas frecuentes, máximo cuando nos juntamos en el mismo cuartel dos hermanos, donde pasaban un poco la mano al que tenia mas mili.

Hasta la próxima

Faustino Jiménez

jueves, 17 de enero de 2008

DEDICADO A MI BUEN AMIGO GORRIATO






Aqui tienes una tanda de mi colección, como se dice en el argol taurino¡VA POR VD. MAESTRO!

HOMENAJE DE GORRIATO A SU AMIGO FAUSTINO





Querido amigo y admirado Faustino,te envio estas imagenes, que me consta, que te son muy familiares y serán de tu agrado, como un pequeño homenaje hacia tu persona.
Un abrazo.
Gorriato.

domingo, 6 de enero de 2008

EN EL COCHE DE PAPA


Recuerdos del ayer, pido disculpa por la calidad de la imagen de la foto de Arriba.

sábado, 5 de enero de 2008

PASAJES DE UNA VIDA


En la foto de arriba,a la izquierda,mi hermano Luis, y a mi derecha Garcia.

4-1-2008



Los carboneros preferían hacer carbón, en fincas que tuvieran buena entrada, para facilitar su trabajo de acarreo de las leñas y salida con el carbón, el cual era mejor pagado por su fácil recogida.
Gracias a Dios los tiempos van evolucionando y los dueños de las fincas reparan sus caminos y cancillas para facilitar el acceso de vehículos a los cortijos.
La recogida de carbones en el campo era lenta con arrieros y bestias. En grandes fincas lejos de la población, se fue dejando de recoger con burros y mulos, pasando a ser recogidas por vehículos de tracción mecánica.
Como prueba es la foto de uno de estos pequeños vehículos un Buik matricula BA -1531 - con Luis Jiménez, Hilario Carrasco y Estimado López, que están descargando en un almacén de la carretera, intentando recopilar para un camión grande.
Entre avatares de la vida y tropezones, era corriente llevar a cabo de vez en cuando, un viaje a Sevilla, con carbón, huevos y algún amigo que tenia que ir al medico, retornando con mercancías para los comercios del pueblo, recogidos en la posada de la Encarnación, donde paraban todos los cosarios de los pueblos.


En otros viajes a Sevilla, el retorno era de cerveza y refrescos para el almacén de casa, que luego se repartía con el coche.


El reparto de cerveza y refrescos en la feria se hacia directamente del camión a los bares, sin maquinas; era a mano o al hombro, (vease foto adjunta, con Luis, García y Faustino descargando).

Las ventas de carbón subían y la estación del ferrocarril se quedaba cada dia más atrasada: los vagones se retrasaban en las cargas y no había tantos vagones para el embarque, se buscaron camiones de fuera para Sevilla y Huelva y el tren se quedo solo para Cádiz.


Los años pasan, los jóvenes seguimos creciendo, los vehículos están cada dia más agotados, los repuestos de éstos no se encuentran fácilmente, y a los talleres les falta pericia. Solamente en el pequeño taller de Javier el armero, se reparaban algunas averías, pero lentamente sin prisas.
Esto te lleva a estudiar la situación, y llegas a la conclusión de que lo mejor es renovar el material que tenemos por causa del agotamiento, cosa nada fácil por la escasez de vehículos de importación que entraban por aquellas fechas.



Nota: A mediados del año 1953 me llega la hora del examen para el permiso de conducir; salió muy bien, llevaba mucho tiempo conduciendo camiones.
Seguimos otro dia.
Faustino Jiménez


jueves, 20 de diciembre de 2007

SIGUE LA ODISEA CON EL MISMO CAMIÓN


16-12- 2007

De esta fecha hay muchas odiseas, pero no quiero ser pesado.

En la transición de Colegio – trabajo, por aprender a conducir, fuimos dejando el cole y aprovechando todos los viajes que salían por estos alrededores, que eran para trabajar, pero por llevar el volante un rato ni dormías ni comías, preferías cargar y descargar antes que los libros; en castigo, tenías que estudiar por la noche con maestros particulares, pero lo hacía con gusto.

Como observamos en esta otra foto del mismo camión, se puede ver que la cabina tiene una línea distinta: techo redondo de chapa, grandes cristales con más visibilidad y protegida por una baca. Fue construida en un taller de Cortegana en el año 1.950.

Esta foto nos muestra a los dos cuñados, Victorio Jiménez y Eduardo Delgado, al ayudante José Santos, al joven Cornelio Delgado y al pequeño Andrés Jiménez. En aquéllos años de la foto, se trabajaba de sol a sol, recogiendo madera que se llevó una tormenta de la ribera del Murtiga y repartiéndola por todo su largo cauce hasta Portugal.

Por aquéllas fechas el poco trabajo que había era por los alrededores del pueblo. Luego, como Fregenal de la Sierra tenía estación de ferrocarril, con parada de viajeros, recepción y facturación de mercancías, era el pueblo más comercial de los contornos.

Con los camiones se transportaba el carbón a la estación, para cargarlo en vagones, que el tren llevaba a los distintos puntos de destino; la mayoría se gastaba en Sevilla, Málaga, Granada, Cádiz, Huelva y en sus pueblos, pero también llegaba un poco a Barcelona, o Valencia. Como retorno, en los almacenes del ferrocarril, se procuraba recoger las mercancías que llegaban en el tren de los distintos remitentes.

En aquella fecha casi todo lo que se necesitaba en el pueblo, desde la sal hasta el agua (sin olvidarse el vino que venia en barriles de madera) tenía que venir de la estación y almacenes particulares.

Como todo tiene un fin, poco a poco a la estación de Fregenal de la Sierra le llegó el suyo y uno de los motivos fue la mejoría y la rapidez de los transportes por carretera cambiaron los sistemas de trabajo, se compraron muchos camiones nuevos sustituyendo los antiguos, que ya habían dado su sudor.

Empezando una era nueva seguiremos próximamente.

Faustino Jiménez

jueves, 13 de diciembre de 2007

ANDALUCIA AÑOS 50



Al tener dos Bases Americanas una en Rota y otra en Morón, eran muchos los militares de los EE.UU. desplazados a estas bases que hacían gala de su superioridad automovilística, por tener vehículos grandes de su poderosa América, siendo el sueño de muchos españoles querer ser propietario de estas maravillas.

Hoy son piezas de museo o reliquias, como la foto adjunta de un Cadillac último modelo de aquellas fechas, restaurado en estos días.

Son recuerdos de mis viajes a Sevilla.

Faustino Jiménez

martes, 11 de diciembre de 2007

RECUERDOS DE MI PADRE

A la izquierda de la imagen, Antonio Jimenez, a la derecha Faustino Jimenez.


Recuerdos contados por Mi Padre 8-12-2007

Victorio Jiménez López

Ha llovido mucho desde el comienzo de estas fechas, allá por el año 1928 o poco más, se quedaron antiguos los carros que habían sido el transporte de mercancías siendo abandonados y reemplazados por los primeros vehículos a motor.

El primero fue comprado por mi Padrino estando mi padre en la mili y fue el coche escuela donde aprendieron mi padre y mi tío; no fue muy duradero, siendo posteriormente desguazado (como curiosidad os contare que existen los dos largueros del chasis: están de viguetas en la puerta de la antigua cochera)

El segundo, otro igual, un Chebrolet camioneta BA 2.768 con ruedas sencillas del 28, que le pusieron en el pueblo el mote de “LA BURRA”.

Después en 1.932 fue comprado el Dodge modelo H 44, de ruedas gemelas y matricula H 1.698; su precio fue 24.000 Pts, pagadas en 24 letras a mil Pts cada una.

Este camión en la contienda de España, fue requisado y medio destruido en el frente de Córdoba, donde una vez finalizada la guerra

fue reconocido por un teniente de Encinasola, el cual hizo las pesquisas necesarias para recoger lo que quedaba del vehículo.

Gracias a este paisano se trajo al pueblo pasados varios años, siendo reparado en un taller y sirviendo al transporte durante mucho tiempo; también fue el coche escuela de mi casa, por lo menos para los mayores.

Llegó a su final atravesando tropezones de todas clases, hasta el día 15 de Julio de 1953 que fue entregado por otro nuevo.

En mi casa no se puede olvidar este vehículo que nos ayudó a crecer.

Faustino Jiménez