Añoranzas y Recuerdos

En este Blog iré recopilando,fotografias, anecdotas y recuerdos, de mi larga vida, en el mundo del transporte.
Se lo dedico a mi mujer,mis hijos,hermanos , nietos y a todos los amantes de la carretera en especial el mundo del camión.
Faustino Jimenez.

Encinasola

Encinasola

lunes, 15 de junio de 2009

VIAJE URGENTE


En una mañana fría y lluviosa del dos de enero de los años setenta y algo, recibimos una llamada telefónica un poco extraña: era un amigo destinado en Santander y pedía que al dia siguiente a primeras horas nos esperaba allí con el camión, para cargar los muebles de la casa donde vivía, para transportarlo a Encinasola.

Hablamos los hermanos, viendo los kilómetros que habia que recorrer y se le llamo comunicandole el presupuesto el cual aceptó, repitiendo que nos esperaba sin falta, en la Yeguada Militar de Cabezón de la Sal

Era un poco precipitado pero posible, preparamos el vehículo con lo necesario y a las diez de la noche después de cenar, nos montamos dos conductores y a echar kilómetros para atrás, cuando se cansaba uno de conducir, nos cambiamos y conducía el otro.

Como no existía el aire acondicionado, a las cinco de la mañana pasamos por Palencia y en la sierra de Reynosa el frío se masticaba y las palabras se congelaban.

La noche se hizo muy larga sin encontrar donde tomar café. Llegando a Torrevieja, encontramos en un pueblo un “zampuzo” o “tasca” donde se calentaban dos o tres Mayores en una chimenea de leña; uno de estos hombres se levantó y nos sirvió dos cafés y una botella de coñac, para que nos sirviéramos a nuestro gusto y el se volvió a la candela. Cuando terminamos le pagamos y nos desearon buen viaje.Pasando por la sierra de Reynosa, la carretera estaba en construcción y al ser de noche la mitad del tiempo no se veía el asfalto, pasamos sin saber si era o no era la que teníamos que llevar, por la cantidad de piedras sueltas que pisamos es que estaban haciendo la autopista, luego al regreso lo confirmamos.

A las ocho de la mañana, llegamos a la puerta de los pisos de la Yeguada Militar y de momento salió el amigo y nos llevo a tomar el desayuno, mejor dicho un almuerzo, huevos fritos con jamón con su correspondiente rioja.

De seguido empezó la carga, donde hacíamos de todo, eléctricos quitando lámparas, carpintero desarmando roperos, cargando lo que se desarmaba, una casa grande con muchos muebles prolongándose la carga todo el dia.

Encerramos el camión en un hotel que era conocido, cenar y a la cama fue todo lo que dio tiempo.

A la mañana siguiente tempranito salimos para nuestra tierra con el viaje de muebles, acompañados por los hijos de nuestro amigo que venían con el camión; este buen hombre con la señora viajaban detrás en su coche cargado de lámparas, espejos y cosas frágiles, parando a comer en el puerto de Béjar donde nos reunimos todos, llegando por la tarde a casa sin enterarme todavía por qué el viaje tenia tanta urgencia.

Saludos, Faustino Jiménez.

3 comentarios:

  1. Bonito blog, amigo faustino. Lo he estado recorriendo de cabo a rabo. Llegué a él por casualidad y se lo he dado a conocer a mi amiga María (la mujer de de tu primo Cornelio). Creo que a él le gustará e incluso echará alguna lágrima...
    Un saludo y... ¡a seguir contando aventuras de un camionero!

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  2. Hola Nina:arriba a la derecha tienes unos enlaces que son de mi otro Blog,y mi entrevista en Guadalinfo,y un enlace a Marochos un blog de Encinasola,no te preocupes seguiré contando mis batallas vividas a lo largo de mi vida,gracias por tu comentario.
    Faustino

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  3. Saludos, Faustino. Leyendo tu artículo he vuelto a evocar mis andanzas en ese paraiso tan especial que era la Yeguada Militar de Ibio (Santander). Yo soy el más pequeño de esos tres hermanos (entonces tenía nueve años y volví con mi madre ) y este viaje lo he recordado en varias ocasiones con mi tocayo y hermano tuyo, Andrés.
    Fue allá por el año 1979 (más o menos), una vivencia surrealista, pues como bien cuentas se desarrolló todo a 45 r.p.m.s,. Largo, larguísimo viaje con las carreteras y los medios de entonces, toda una aventura.
    Recuerdo sobre todo la alegría que nos llevamos al veros aparecer, ¡unos paisanos nuestros estaban con nosotros a 1000 kms. del pueblo¡, teniendo en cuenta que sólo íbamos a Encinasola en el mes de agosto cuando mi padre cogía permiso. Recuerdo tambíen que aquella noche nos fuimos a cenar a un hotel del cercano pueblo de Virgen de la Peña, donde, tras atiborrarme de gambas al ajillo, las aborrecí por largo tiempo. Y cómo olvidar las cábalas y malabares que tuvísteis que hacer para meter todo aquello en el camión, hasta tal punto que no cabía ni una caja de zapatos entre la lona y el más alto de los bultos, pero recuerdo cuando mi madre preguntó: las macetas no pueden ir también? y entonces tu hermano Andrés la miró y sin chistar siquiera comenzó a meter aquellos innumerables tiestos pintados de rojo y verde (como el escudo de la yeguada) encajados en lo alto de la carga.
    Y así se llegó al pueblo, sin novedad y con unas cuantas anécdotas más para contar. Todavía puedo ver en casa de mis padres algunos de los muebles y enseres que de tan lejos vinieron.
    Seguramente a mi padre, Domingo (q.e.d.) le hubiera hecho mucha ilusión leer tu artículo.
    Por cierto, si Dios quiere, cuando nos veamos en el pueblo te explicaré el por qué de la urgencia del viaje.
    Saludos y un abrazo, Andrés.

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