Añoranzas y Recuerdos

En este Blog iré recopilando,fotografias, anecdotas y recuerdos, de mi larga vida, en el mundo del transporte.
Se lo dedico a mi mujer,mis hijos,hermanos , nietos y a todos los amantes de la carretera en especial el mundo del camión.
Faustino Jimenez.

Encinasola

Encinasola

lunes, 15 de febrero de 2010

El peligro del agua




EL PELIGRO del AGUA


Caminaba lo último del año cincuenta y seis y a primeros del 1957 tenía que ingresar en el Ejército para cumplir el servicio Militar.
Por aquellas fechas prohibieron la costumbre antigua de llevar el ganado andando entre los pueblos, y el matadero de Higuera la Real, aprovechando que tenia buena edad y con herramienta de trabajo nueva, me propuso que montara en el camión una jaula de ganado y me daba el transporte de la temporada de cerdos gordos desde las fincas al matadero.
Lo tratamos y la cosa prometía y en Aracena nos montaron una jaula de tres pisos, la de arriba para ovejas y borregos y las dos de abajo para cochinos. Como estaba previsto y todos de acuerdo, pusieron a un hombre responsable de la carga, conocedor de las fincas y del sistema de cargar: si el ganado venia muy apretado los repartía en dos viajes. Durante la temporada pasaron muchas incidencias, pero quiero contar una anécdota curiosa que no olvidaré.
Una mañana, al ser de día, llegamos a Higuera de la Sierra. De allí salía un camino de ocho o diez Km. hasta la estación abandonada del tren, regular de piso, pero dos o tres km. más hasta la finca Los Pozos eran malos y muy estrechos. Había en el cortijo un embarcadero bueno, cargamos la mitad de los cerdos que tenían y salimos sin perder tiempo para descargar en el matadero y volver a por el resto en la tarde. A las tres estábamos dentro del cortijo a por el segundo viaje y aquí empieza nuestra odisea. Sin saber por dónde ni cómo, cayó una gran tormenta que no nos dejó cargar. Viendo que no paraba y se hacía de noche, a la fuerza y todos chorreando, conseguimos cargar el camión y nos fuimos del cortijo. Pero no habíamos andado ni unos 300 metros, cuando los cerdos se echaron hacia un lado y el camión patinando se fue a la cuneta, quedando fuera de la carretera la trasera por la rueda izquierda. La chillina de los cerdos unos encima de otros fue infernal. Avisé al personal del cortijo que rápidamente llegaron, descargando el ganado a pulso con el trabajo que lleva el segundo piso, con el camión tumbado.
Ya con la noche encima y sin dejar de llover, conseguimos descargar y llevar el ganado (algunos cojeando) a las majadas.
Con las ropas empapadas de agua y barro, entramos en el cortijo donde tenían una gran hoguera, la solución ponerse en paños menores envueltos en una manta que nos facilitaron y así secamos nuestras vestimentas. Nuestro agradecimiento a una mujer bendita que en todo momento estuvo pendiente de nosotros. Esta buena madre peló un caldero de patatas, con huevos y tocino y nos dio de cenar una vez ya secada la ropa.
Viendo el desastre del camión, un joven obrero de la casa, se ofreció para viajar al pueblo con una mula, y avisar a la familia de que me quedaba en el cortijo. Le di dinero para que trajera una arroba de vino para ellos y pagar una conferencia a Encinasola. Para tal favor le entregué una nota para un barbero conocido, que era paisano y tenía una barbería en Higuera de la Sierra, quien llamó a la centralita de Encinasola pidiendo el favor de avisar a mi casa. Así ocurrió y le estaremos eternamente agradecidos.
Este hombre emisario regresó de madrugada, según me contó al día siguiente. Por lo visto tenía novia y aprovechó el viaje. Nuestra cama, un saco de paja al lado de la candela y una manta, gracias a la mujer. Por la mañana, un vaso de leche con un dulce.
Seguidamente nos fuimos a sacar el camión con mucho miedo porque nos avisaron de que el ganado que pastaba en la finca donde estábamos era bravo. Mientras, dos hombres sacaron los cerdos a un embarcadero más seguro en la vieja estación, al final salió y con mucho peligro, reventó una cubierta trasera que cambiamos en el camino. Cargamos de nuevo en mejor lugar, y terminamos el viaje normal acabando así la odisea vivida en aquél cortijo con una buena familia.
Toda la anécdota vivida fue culpa de la cantidad de agua que la tormenta dejó caer y que nos cogió ya dentro de la finca. Aquello no se lo esperaba nadie y menos aún cuando ya había dado un viaje por la mañana sin tropiezos ninguno.

Faustino Jiménez Enero 2010

1 comentario:

  1. Querido amigo curtido en mil batallas,que la vida te conserve mucho tiempo para que nos sigas contando estas aventuras.

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