Añoranzas y Recuerdos

En este Blog iré recopilando,fotografias, anecdotas y recuerdos, de mi larga vida, en el mundo del transporte.
Se lo dedico a mi mujer,mis hijos,hermanos , nietos y a todos los amantes de la carretera en especial el mundo del camión.
Faustino Jimenez.

Encinasola

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domingo, 20 de enero de 2008

EL TIEMPO NO HAY QUIEN LO PARE



15-1- 2008

Visitado un vendedor amigo de mi padre, llamado Don Augusto Rica de Sevilla, que le había vendido algún que otro camión antiguamente, buscaron y encontraron uno en Madrid, el cual fuimos a recoger mi padre y yo en un avión trimotor que era lo que había de Sevilla a Madrid y que tardó todo lo que quiso y algo más.

Salimos de Sevilla por la mañana y como era la primera vez que me montaba en un “tiesto” de esos, pasé más miedo que una vieja.

Tan tarde llegamos que en el comedor del hotel ya no había cena, menos mal que Madrid tiene muchos y buenos restaurantes, donde cenamos opíparamente y a la cama.

Ya al día siguiente temprano fue la recogida del vehículo.

Era un Ford Thames Inglés con la matricula de prueba M – 7053. Por suerte tenia una carrocería bien bonita, lo recogimos y salimos para Sevilla, siendo la primera vez que pasaba conduciendo por Despeñaperros, llegando a casa el 15-7-1953 y dejando entregado el Dodge que tantos años llevaba en casa y todos le teníamos mucho cariño.

La vida del transporte en mi casa dio un cambio con el camión nuevo. Los viajes de la estación del tren y la carga de vagones se terminaron, siendo llevado el producto directamente a sus destinos.

Lo mismo pasó con los retornos: se recogían en fábrica y se descargaban directo al consumidor.

Los viajes se multiplicaron, los días se quedaron chicos y ya no había noche ni dia. Pero todo no podía ser bueno. Los males estaban detrás de la esquina, una enfermedad muy larga en un familiar de la casa fue frenando el trabajo; los viajes largos se recortaron, se hacían los mas cortos y algunos largos se aprovechaba la noche, o cuando se podía.

Este largo caminar se hizo muy pesado, tenia muchos altibajos, no permitía hacer todo lo que se necesitaba, pero el trabajo se cumplía.

El motor Pekín muy bueno pero no resistió tanto ir y venir, teniendo que ser reparado por un especialista en Sevilla.

En los tiempos que siguieron, se fue acercando el nunca querido pero bueno servicio militar obligatorio y llegó el dia que salimos nuestra quinta, dejando nuestra patria chica, alegres y cantando por no llorar, a cumplir con nuestro deber.

Por mano del demonio (como decía mi abuelo) me tocó el cuartel de automovilismo de Sevilla, buen sitio porque las escapadas a casa eran mas frecuentes, máximo cuando nos juntamos en el mismo cuartel dos hermanos, donde pasaban un poco la mano al que tenia mas mili.

Hasta la próxima

Faustino Jiménez

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