Añoranzas y Recuerdos

En este Blog iré recopilando,fotografias, anecdotas y recuerdos, de mi larga vida, en el mundo del transporte.
Se lo dedico a mi mujer,mis hijos,hermanos , nietos y a todos los amantes de la carretera en especial el mundo del camión.
Faustino Jimenez.

Encinasola

Encinasola

martes, 16 de diciembre de 2008

ESTACIÓN DE LA NAVA




11-2008

Eran unos tiempos malos, rondaban los años cuarenta y tantos, cerca de los cincuenta. No hacia mucho tiempo que había pasado la segunda guerra mundial, y en Encinasola como otros muchos pueblos, la economía estaba por los suelos y todos los productos de alguna importancia, estaban controlados por el gobierno; casi todos necesitaban para su transportes guías expedidas por la jefatura de Huelva.
Este era el caso del carbón: para solicitar una guía para poder transportar fuera de la provincia, tenias primero que servir el cupo que te asignaban y entregarlo a los carboneros de la capital.


Estos servicios obligados se mandaban por el ferrocarril en vagones cerrados para los cuales mandaban guías, pero los productos no podían salir de la provincia.


Entonces, la Estación más cercana a Encinasola era la Nava, bastante más pequeña pero muy bonita, donde el movimiento era escaso y con poco personal estaba atendida: un jefe factor, un guarda aguja y una viuda que despachaba en la cantina.
Las dos cajas de pescado que traía el tren a la estación, las recogía el amigo José, todas las mañanas de madrugada con un burro y él marchaba andando detrás al pueblo.
Ni que decir tiene que la carretera de tierra y piedras era intransitable: aparte de las cientos de curvas que tenia, era estrecha, y el remate era un paso a nivel que cerraba el guarda con una cadena y se echaba a dormir con la botella en la mano y te las veías negras para despertarlo, sobre todo de madrugada, que eran horas esperando que la espantara y cuando se despertaba, quitaba el candado y cuando pasabas lo cerraba otra vez.
La carga del carbón en vagones, en esta estación era de tarde en tarde, solicitabas uno y cuando estaba en una vía muerta y te asegurabas que se podía llenar, empezaban los trabajos de acarreo con los vehículos que había, chicos y viejos y con la carretera tan mala, que se tardaba toda la semana dando viajes.
Para ahorrar tiempo los carbones de las fincas de los Campillos y otras más de los alrededores, lo acarreaban los cargueros con bestias al rellano que hay en la finca del Casco, donde era cargado en la camioneta, para llevarlo a la estación y vaciarlo en el dichoso vagón y vuelta a empezar.
Para economizar gastos y tiempo, dormían por la noche en la casa de los peones, puesto que quedaba a mitad de camino: los cargueros en los aparejos de la bestias y otros en las habitaciones o donde podían, se hacia un "cofondoco" (un guisote) para todos en la candela, sin faltar la garrafa de vino y después de "jarto" a dormir como un "tronco".
Recuerdo que en un evento de estos, me llevaron y por las noche los hombres jóvenes buscaban "pardales" (gorriones) en la cuadra que había muchos, siendo pelados y fritos para el tapeo de las copas. Allí dormían varios hombres, uno de ellos en una cena se comió un gran puchero de garbanzos con un conejo entero y la noche la pasó quejándose de la barriga, sin poder hacer la digestión, recuerdo que decía ¡aaay mi barriguita!
La verdad es que hay odiseas de pequeño que no se olvidan, tanto buenas como malas.
Faustino Jiménez

1 comentario:

  1. Querido Faustino como siempre me ha encantado todas las cosas que cuentas. Yo no se decir todas las cosas tan bonitas que me dices tú, pero sabes que te quiero. Un abrazo.

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